Introducción al Capital Privado

El capital privado en oposición a lo que sería la inversión tradicional es invertir en compañías no cotizadas, es decir, compañías que no son públicas.

Al no estar en bolsa, el acceso es un poquito más difícil y hay que invertir, generalmente, a través de gestoras especializadas que conocen mucho mejor ese activo y tienen acceso a los emprendedores, empresarios o familias que son dueños de las compañías.

En resumen, es un tipo de inversión en compañías no cotizadas con acceso un poco más difícil.

Más del 90% de las compañías son compañías de capital privado. Algunos ejemplos de empresas son Wallapop, PlayTomic u otras más tradicionales, pero de gran crecimiento, como Pastas Gallo, Ducati o PortAventura.

La inversión en capital privado es un punto más tangible. Te quitas un poco la volatilidad del mercado, que pase algo a nivel internacional y que haya un cambio en la bolsa.

Aquí es más a largo plazo y cómo va esa compañía concreta, cómo le va a Pastas Gallo en sus ingresos y en su rentabilidad futura.

La primera es el plazo: si inviertes a corto plazo o a medio/largo plazo, algo que va muy atado a la liquidez (poder acceder de vuelta al dinero que has invertido en las compañías).

En una inversión tradicional hay más liquidez porque si inviertes en bolsa podrías vender al día siguiente. Aunque también tienes el problema de que el timing de mercado te puede afectar.

En una inversión de capital privado inviertes más a largo plazo, tienes menos acceso a poder vender tu participación porque depende de cómo vaya la compañía, si la compañía se vende o si la compañía recibe inversión de un tercero, por lo que tienes que pensar que el horizonte temporal es más largo, de unos 6 a 10 años.

Además del horizonte temporal y la liquidez, otra diferencia es la volatilidad. En una inversión tradicional puedes tener una mayor volatilidad de mercado (la bolsa sube o baja de un día para otro).

En cambio, la inversión en capital privado es menos volátil, depende más de ese activo subyacente e inviertes más en cómo una tendencia a futuro puede cambiar en 10 años o cómo una tendencia del mercado puede cambiar a 10 años. Por lo que eres menos dependiente con tu ahorro de lo que pasa en el día a día y piensas más en esa rentabilidad a largo plazo.

Estas características que mencionas me hacen pensar que la inversión en capital privado es una herramienta muy potente para ahorrar a largo plazo porque te quita el estrés de los vaivenes diarios del mercado, tienes muy claro tu horizonte temporal y te ciñes a tu plan financiero.

Sí, creo que es una buena alternativa para una parte de tu ahorro, pensando siempre en que no tengas que recuperarlo en muy poco tiempo o inmediatamente y en cómo lo pongo en un lugar donde dentro de 5, 10 o 15 años logre una buena rentabilidad.

Hay varios tipos de inversión en capital privado:

El venture capital es un modo de inversión en el que gestoras invierten en compañías sobre todo de base tecnológica, en las que la tecnología es un factor diferencial y esperas que puedan cambiar mucho un mercado concreto. Son compañías que escalan muy rápido con un crecimiento explosivo. También tienen un perfil de riesgo mayor (mayor crecimiento en menor tiempo suele ir asociado a un riesgo mayor).

Otras opciones son, por ejemplo, el private equity que invierte en compañías más tradicionales o en sectores que están en un momento de punto de inflexión o en los que ha cambiado o va a cambiar alguna condición de mercado y hay una oportunidad para consolidar varias compañías en una o para hacer un cambio en el tipo de gestión. En ese caso dependes un poco menos de esa explosión tecnológica y puede ser un crecimiento un poco más pausado.

También puedes invertir en fondos de impacto, en compañías que tienen un impacto positivo en el medio ambiente o en determinados asuntos sociales. 

Antes había una limitación tradicional que era ser inversor profesional y un límite de 100.000 euros como inversión mínima para poder entrar en este tipo de activo.

Desde el año pasado (2022), con la Ley Crea y Crece ese límite ha cambiado y ahora se puede invertir con una inversión mínima de 10.000 euros, con un patrimonio de 500.000 siempre y cuando esos 10.000 euros sean menos del 10% del total de tu patrimonio.

Hay una gran apertura y liberalización/democratización del acceso a inversiones que antes no eran accesibles. Se han abierto las puertas del capital privado.  

Como en toda inversión, es importante plantearse qué haces y porqué lo haces. El primer gran punto es el plazo al que quieres invertir, si es a corto plazo o si puedes invertir a medio/largo plazo.

Si puedes invertir a medio/largo plazo porque no tienes que recuperar el dinero que inviertes inmediatamente, entonces es interesante que puedas pensar en poner parte de tu ahorro en capital privado.

El segundo punto que hay que tener en cuenta es la liquidez: qué liquidez necesitas en los próximos años y entender que la parte que pongas en capital privado tiene liquidez limitada durante unos años.

Además, hay que saber cuál es tu exposición a la volatilidad del mercado: cuánto quieres depender de lo que pasa en el día a día de los mercados de capitales o si prefieres invertir más en tendencias de futuro.

El último punto va ligado a la aversión al riesgo. Es importante diversificar las inversiones: una parte en renta fija, una parte en renta variable, pero luego una parte en capital privado que sabemos que es un gran sitio donde puedes poner inversiones a largo plazo. Ahí también es importante diversificar, con una parte en private equity, en venture capital o una parte en inversiones de impacto. Hay que diversificar en estadio, en qué tipo de gestoras e incluso en geografías en las que inviertes.

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Este contenido es meramente informativo. Se trata de un vídeo de formación financiera que Crescenta pone a su disposición, sin intención de emitir ningún tipo de recomendación personalizada de inversiones.

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